Nagorno Karabaj: Fronteras de la era soviética aun son conflicto

Los nuevos enfrentamientos de esta semana entre Armenia y Azerbaiyán, que han dejado casi 100 muertos, están volviendo a centrar la atención en el Cáucaso, una región estratégica clave en el sureste de Europa que sufre divisiones políticas y culturales.

En el centro de la disputa está el conflicto de Nagorno-Karabaj. Esta región está habitada por una mayoría de armenios, aunque las fronteras internacionales la reconocen como parte de Azerbaiyán.

Durante décadas, estas diferencias políticas territoriales, que también afectan a la religión y la cultura, han dado lugar a sangrientas guerras y frecuentes enfrentamientos que han causado la muerte de decenas de miles de personas. Una de las raíces de este conflicto fueron las fronteras concretas establecidas durante la era soviética.

Un entramado territorial complejo, definido por los críticos como “divide y vencerás”, afecta hoy a cada vez más países de la región. El Cáucaso es una importante región montañosa y, a lo largo de los siglos, diferentes razas, religiones e imperios han afirmado su control.

La Armenia moderna y Azerbaiyán, como los conocemos hoy, se incorporaron a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) cuando se formó en 1920. Nagorno-Karabaj, también conocida como Nagorno-Karabaj, es una región dominada por la etnia armenia, pero en 1923 la Unión Soviética transfirió el control a las autoridades de Azerbaiyán y se creó una prefectura autónoma dentro de la república bajo el entonces Azerbaiyán soviético.

Unos 150.000 armenios todavía viven en Nagorno-Karabaj. Para ellos, la región es parte de la Gran Armenia, una ideología unificada que incluye territorios históricamente habitados por pueblos ortodoxos cristianos armenios.

En otras palabras, en medio de una república de mayoría musulmana como Azerbaiyán hay una zona habitada por cristianos ortodoxos. Según Paolo Bota, experto en Oriente Medio de la Universidad Católica Argentina, este tipo de trazado de fronteras era una práctica común en la Unión Soviética “para evitar cualquier tipo de homogeneización de todas sus repúblicas”.

Fue un “divide y vencerás” en toda regla, le dijo a BBC Mundo. Esta idea fue apoyada por analistas como el historiador británico Simon Sebag Montefiore, quien señaló en un artículo del New York Times que “Stalin aceptó la misión imperial del pueblo ruso y, utilizando su conocimiento de los conflictos étnicos en el Cáucaso, creó la Unión Soviética”. Unión para crear una república dentro de una república.

Esta red de fronteras influyó en varios conflictos etnopolíticos que surgieron tras el colapso de la Unión Soviética, como la Guerra de Chechenia en la década de 1990, la Guerra de Georgia en 2008 y la Guerra entre Armenia y Azerbaiyán.

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