Presidente del Inaigem señaló que para el 2100, dentro de 78 años, los glaciares de los andes peruanos habrán desaparecido por completo, por el calentamiento global
“Nada permanecerá igual y debemos estar preparados para el cambio”, dijo Guillermo Rojas Gutiérrez, director del Instituto Nacional de Glaciares y Ecosistemas de Montaña (Inaigem). Al posponer el simposio científico en Sabandia (Arequipa), el funcionario había señalado precisamente que en el año 2100, es decir, después de 78 años, debido al calentamiento global, los glaciares de los Andes peruanos habrán desaparecido por completo.
Los glaciares se están derritiendo rápidamente y el 53,56% de la superficie glaciar del país se ha perdido en los últimos cinco años. Rojas Gutiérrez cree que este es un proceso irreversible. La declaración de Rojas Gutiérrez suena como el fin del mundo porque los glaciares son reservorios para humanos y otras especies. En invierno, congelan los recursos hídricos y luego se reducen. Para el año 2100, este ciclo terminará.
El jefe de Inaigem dijo que las personas en tal situación deben prepararse en dos frentes: asegurar otras fuentes de agua y el riesgo de inundar los pueblos de abajo. El Inaigem, como unidad científica nacional que estudia el comportamiento de los glaciares, informa a las autoridades sobre la acción.
“El mejor enfoque es tomar una decisión basada en la ciencia”, dijo.
Los efectos de la congelación variarán dependiendo de la adicción. La investigadora Luzmila Dávila Roller recordó que 4 millones de peruanos vivían en la región de la cuenca alta o en el norte y que la población dependía del agua del río sagrado tomado del mapa Cordillera Ramblas (Cordillera Blanca).
Esto afectará a otras actividades productivas como la agricultura o la hidroelectricidad. ONG como Condesan y Forest Trends abogan por formulaciones de investigación para adaptarse a los cambios esperados.
El director del programa de infraestructura natural de Forest Trends, Fernando Momiy, señaló que las alternativas al almacenamiento de agua podrían ser lagunas y humedales, las llamadas plantaciones de agua. El problema es que los bofedales también son propensos a la depredación y, como señala Momiy, incluso se venden como abono en viveros urbanos.
María Argüello, directora general de Condesan, enfatizó que la pérdida del glaciar marca un cambio para todos los que dependen de él. Por un lado, hay una pérdida de identidad comunitaria, como sucedió en Mérida (Venezuela), ciudad conocida como la “ciudad de las nieves eternas”, que recientemente ha perdido sus últimos glaciares. Por otro lado, agregó Argüello, la pérdida de glaciares ha propiciado la recolonización de nuevas especies vegetales y animales. Actualmente en Mérida estudian los cambios en los ecosistemas que ocurren en la tierra libre de hielo.
Forest Trends y Condesan trabajan en un proyecto para reforestar 173 hectáreas de queñuales en las faldas del volcán Pichu Pichu en Arequipa. Según Fernando Momiy y María Argüello, el objetivo es restaurar los servicios ecosistémicos a través de la acuicultura. La vegetación ayudará a que el agua de lluvia se filtre en el suelo. Otra ventaja es la creación de rutas turísticas.
Estas organizaciones brindarán apoyo técnico y el financiamiento será proporcionado por el estado. El financiamiento está pendiente para su implementación y todo el proceso de replantación tomará aproximadamente tres años.