Fin del Título 42 | “Si no podemos entrar, no sé a dónde iremos”: la confusión y el miedo en la frontera mexicana ante el inminente cambio migratorio en EE.UU.
A medida que avanza la cuenta atrás para el anunciado cambio en la política de inmigración de Estados Unidos y a la espera de una oleada de migrantes en la frontera sur, los que ya aguardan para ingresar desde México están cada vez más desesperados.
Bajo un sol implacable, cientos de personas se encuentran en un páramo seco y polvoriento. Esperan.
Hambrientos y sedientos, exhaustos y asustados, todos se han reunido junto a la enorme valla fronteriza de acero que los separa de Estados Unidos. A través de ella pueden ver el lugar por el que han sacrificado tanto para tratar de alcanzarlo.
Pero nadie sabe si se les permitirá cruzar esa frontera.
Rosario Medina dice que para encontrar comida para sus nietos ha estado hurgando en los basureros e incluso recolectando agua para los biberones en el contaminado río Bravo.
No es de extrañar que las lágrimas corran por su rostro cuando describe cómo trató de sobrevivir aquí durante los últimos ocho días, mientras los labios de los niños se llenan de ampollas por el sol.
Para encontrarme con estas personas, primero tuve que cruzar ese río apestoso y luego arrastrarme por la tierra a través de un pequeño hueco en la cerca de alambre de púas.
Luego escuché las historias de los viajes aterradores que muchas de estas personas habían soportado.
MiLexi Gómez me contó sobre cómo fue viajar desde Venezuela, llevar a sus cuatro hijos pequeños a través de la selva, subirlos por las montañas y luego tener que saltar para montarse sobre trenes cuyos boletos no podían pagar.
Ahora todos tienen que dormir en la tierra, ella teme que los resfriados que sufren sus gemelos puedan convertirse en bronquitis.
“Nos sentimos desesperados”, dice ella. “No podemos dormir por la noche porque hace demasiado frío. No tenemos dinero para comer, no tenemos cómo lavarnos. Le pregunto a Dios qué debo hacer para proteger a mis hijos en este lugar”.
Estas escenas son muy inusuales.
Normalmente, los migrantes que buscan ingresar a Estados Unidos serían alojados en albergues en el centro de Juárez. Pero la cantidad de migrantes que se han reunido en los últimos días ha desbordado el sistema.
Los funcionarios que han trabajado a lo largo de la frontera durante décadas dicen que nunca habían visto algo así.
La mayoría de las personas con las que hablé tenían la idea de que las reglas que rigen la entrada a EE.UU. van a cambiar esta semana. Pero hubo una gran desinformación y confusión sobre lo que eso significará para los migrantes como ellos.
Muchos creen que tan pronto como se levante el Título 42, la política de la era de la covid-19 que facilitó la deportación a través de la frontera de migrantes y solicitantes de asilo y que expira en la medianoche del jueves al viernes, será mucho más fácil la entrada a EE.UU.
Esa es una de las razones por las que un gran número de personas se han reunido en la frontera.
Otros se apresuraron a llegar porque creen que deben intentar ingresar antes de que se derogue la norma.
MiLexi dice que había oído en las noticias que tenía que llegar antes del 11 de mayo para tener la oportunidad de entrar. Le preocupa que, con tantas otras personas reunidas aquí, su familia no pueda cruzar la frontera a tiempo.
“Estamos muy preocupados porque ya hemos sacrificado mucho”, me dijo. “Si no podemos entrar a Estados Unidos, no sé a dónde iremos, ya que no podemos regresar a mi país. Esa es la verdad”.