LOS JÓVENES Y SU ROL EN EL FORTALECIMIENTO DEMOCRÁTICO

En la esfera civil, diversos sectores expresan preocupación por la dirección que está tomando el país si la población no participa activamente para contrarrestar las corrientes autoritarias de izquierda y derecha que están en ascenso. Los espacios de diálogo entre diferentes corrientes democráticas, donde se reconoce la importancia de la libertad, la democracia, el desarrollo, la confianza y la institucionalidad, parecen estar disminuyendo.

La situación política actual en el Perú aleja a personas de bien y a profesionales comprometidos. Según un informe del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) basado en la Encuesta Nacional de Hogares sobre condiciones de vida y pobreza, el 71% de la población percibe que la democracia en el Perú funciona mal o muy mal, y la mayoría atribuye esta percepción a los políticos. La desconfianza, un indicador alarmante, sugiere que el deterioro democrático y el estancamiento en el desarrollo son inevitables si la falta de confianza persiste.

¿Cómo podemos evitar esta situación en un país donde la desconfianza en las instituciones y en el modelo democrático es generalizada? El primer paso es reconocer el problema y aceptar que el fortalecimiento de la democracia depende del fortalecimiento de la ciudadanía. En este sentido, es alentador observar que el fortalecimiento de los valores democráticos entre los jóvenes representa un desafío importante y una oportunidad para el cambio.

En el Perú, los jóvenes de 15 a 29 años constituyen aproximadamente una cuarta parte de la población total, alrededor de 8 millones de personas. Sin embargo, la participación de los jóvenes en organizaciones y actividades cívicas ha sido baja, llegando a menos del 10% entre 2016 y 2018. Además, la percepción y la confianza de los jóvenes hacia los gobiernos subnacionales son muy limitadas, indicando una desconexión entre la juventud y los asuntos públicos.

A pesar de estos desafíos, el Informe Nacional de Juventudes de 2021 revela que los jóvenes tienen una percepción más positiva sobre la importancia del sistema democrático en la vida de las personas y el desarrollo de la sociedad en comparación con la población total. No obstante, su percepción sobre el funcionamiento óptimo de la democracia sigue siendo baja.

Para revertir esta tendencia a la baja en la participación y confianza de los jóvenes en las instituciones y en el funcionamiento democrático, se requieren esfuerzos coordinados desde diversos sectores. Es alentador observar que, tras la pandemia, surgen eventos que convocan a cientos de jóvenes interesados en temas cívicos y democráticos. Programas de educación democrática, como la “Universidad de la Libertad”, ofrecen un rayo de esperanza, donde un grupo reducido de jóvenes comparte sus aspiraciones para el Perú y su potencial transformador.

Es crucial que tanto el sector privado como el público reconozcan el enorme potencial que tienen los jóvenes para contribuir a la transformación del país. Si se trabaja de manera conjunta para involucrar a la juventud en los asuntos públicos y fomentar su confianza en las instituciones democráticas, el futuro del Perú puede encaminarse hacia un rumbo más prometedor y próspero.

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