Serfor rescata a mono choro maltratado dejado en una caja en la puerta de su oficina
El Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor) informó que un mono choro juvenil fue abandonado en una caja dejada en la puerta de su sede en Arequipa. El animal estaba envuelto en una prenda de abrigo y presentaba alopecia, ausencia de piezas dentales y signos evidentes de maltrato, según precisó el administrador técnico Luis Gonzales Dueñas. Este caso se convirtió en el rescate número 102 registrado por la institución en lo que va del año.
La historia de este pequeño primate es solo una muestra de lo que ocurre silenciosamente en la ciudad. De enero a la fecha, Serfor ha rescatado 102 animales silvestres: 19 a través de operativos directos y 83 hallados en parques, techos, jardines o abandonados en cajas y bolsas. La cifra crece a un ritmo inusual, especialmente por la repentina presencia de primates.
En solo tres meses, nueve monos fueron encontrados en distintos puntos de Arequipa, una estadística que sorprendió incluso a los especialistas. Y luego llegó el décimo, el pequeño mono del polar. La secuencia confirma la existencia de una ruta de tráfico que cruza la Amazonía peruana hacia el sur del país. “Estos animales no aparecen aquí por casualidad. Hay una cadena ilegal que los saca de la selva usando rutas terrestres informales”, advierte Gonzales.
Detrás de cada primate confiscado hay una historia más cruel que la de la propia captura. “Los primates son capturados matando a sus madres, porque el traficante solo comercializa crías”, explica el funcionario. El traslado es otra pesadilla: animales hacinados, desnutridos, estresados o sometidos a condiciones que pueden causarles la muerte antes de llegar a destino. De los que logran sobrevivir, algunos terminan como mascotas clandestinas; otros, como mercancía descartable.
El trabajo de Serfor no termina con el rescate. Luego viene la rehabilitación, una etapa larga y delicada. Aun así, el 30% de los animales logra volver a su hábitat natural. El resto no corre con la misma suerte. Muchos nunca aprendieron a buscar alimento ni a defenderse; otros desarrollaron traumas irreversibles tras meses o años de cautiverio. “No durarían 24 horas en la naturaleza; no tienen quién les enseñe a sobrevivir”, afirma Gonzales.
Los que no pueden ser reinsertados pasan a centros especializados donde permanecen bajo cuidado permanente. Es el destino de decenas de aves, reptiles, monos y pequeños mamíferos rescatados este año. Una vida segura, pero marcada por un origen que no debió existir.
Mientras tanto, la caja con el mono choro sigue rondando la memoria de los trabajadores de Serfor. No solo por el daño que evidenciaba, sino porque es el recordatorio de que el tráfico de fauna no es un problema lejano ni ajeno. Está aquí, en Arequipa, silencioso, constante, alimentado por quienes compran animales silvestres y por quienes los ven como mercancía.


