“Israel es un país que mandó a una mujer transgénero a Eurovisión y en el que no hay transporte público los sábados por razones religiosas”

“Israel es como una pizza de pepperoni y piña, una mezcla que no es muy normal pero que, cuando funciona, hay algo muy hermoso y rico en ello”.

Describir Israel, de cuya proclamación como Estado moderno se cumplen 75 años, no es sencillo, como bien sabe el escritor Etgar Keret, autor de la metáfora anterior.

Dentro de Israel conviven varios mundos paralelos en un equilibrio inestable, lo que otorga al país una enorme riqueza cultural, pero que lo convierte también en una bomba de relojería.

La paradoja israelí se puede dar un viernes por la noche, cuando en la moderna Tel Aviv muchos jóvenes seculares se preparan para pasar toda la noche de fiesta en las discotecas del bulevar Rothschild, mientras que en Bnei Brak, a unos 4 kilómetros de allí, los ultraortodoxos se aseguran de haber encendido las velas antes de que empiece el sabbat ya que, según la tradición judía, pasado el anochecer de este día de descanso no se puede encender fuego (o su variante moderna, la electricidad).

Tampoco pueden, por poner un ejemplo, ducharse con agua caliente o utilizar pasta de dientes, aunque sí usar hilo dental (pero no cortarlo).

Un país que se encuentra, dice este escritor, en un punto de inflexión y cuya sociedad lucha una batalla interna entre sus dos esencias, la liberal y la religiosa, algo que existe desde su nacimiento, pero que se ha exacerbado desde la llegada al gobierno de una coalición de extrema derecha y ultraortodoxos.

Como tantos otros intelectuales, Etgar Keret (Ramat Gan, 1967), autor de obras como “De repente un toquido en la puerta” o “Los siete años de abundancia”, se ha movilizado en las enormes manifestaciones que en los últimos meses se han sucedido en las principales ciudades israelíes en defensa de una democracia que consideran en peligro. Una crisis política que se ha tornado en una batalla por la identidad del país.

Keret, artista polivalente conocido principalmente por sus antologías de relatos cortos salpicados de una fina ironía, pero que es autor también de cómics, libros infantiles y guiones de cine y televisión, ha hablado con BBC Mundo desde su casa en Tel Aviv.

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