ENTRE LA MADRUGADA Y EL DEBER: LA VIDA DE MAYRA MENDOZA, TENIENTE Y MADRE

La teniente Mayra Mendoza de 27 años se prepara día a día para una vida dual, siendo madre y militar. Desde que era apenas una niña, la vida castrense ejercía un poderoso imán sobre ella. Criada en un hogar donde la disciplina y el recto carácter de su padre militar, eran pilares fundamentales, Mayra absorbía ese espíritu y daba forma a su vida.

Su vínculo con el ejército se fortaleció con los años, y cuando finalmente se graduó, se unió al ejército peruano sin titubear. La maternidad llegó a su vida a los 24 años, en forma de un regalo llamado Rafael. Aunque el ejército le otorgó tres meses de descanso después del parto, Mayra sabía que su deber llamaba y regresó a su puesto, dejando a su pequeño al cuidado de su madre, mientras se esforzaba por llegar temprano a casa cada día para verlo.

Para la teniente Mendoza, el día comienza a las 6:00 horas, con el sol aún dormido y el mundo todavía sumido en sombras. Las primeras horas se dedican al entrenamiento físico, donde el cuerpo y la mente se preparan para los desafíos que vendrán a lo largo del día. Luego, un breve respiro para el aseo y el desayuno, antes de sumergirse en el trabajo de la oficina o en instruir al personal de tropa.

Los días de Mayra son una mezcla de rutina y acción. A veces, salen al exterior, patrullando junto a la policía en horarios variados, respondiendo al llamado del deber. Pero a pesar de las exigencias de su profesión, Mayra nunca olvida su papel que considera más importante, el de ser madre. Para ella, lo más hermoso de cada día es llegar a casa y ser recibida por los brazos abiertos de su hijo que terminan en un cálido abrazo.

“Lo más bonito de ser madre es llegar a casa y que tu hijo te reciba con un fuerte abrazo”, dice la teniente con una sonrisa en su rostro. “O levantarte todos los días y salir adelante porque sabes que lo haces por tu hijo”.

Para Mayra, cada día es una oportunidad para mejorar, no solo como profesional militar, sino también como madre y como persona. Su compromiso con su hijo Rafael es su motor, impulsándola a ser la mejor versión de sí misma, paso a paso, día tras día.

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