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INGENIERO DESAPARECIDO FUE ENCONTRADO SIN VIDA DENTRO DE UNA CISTERNA TRAS DOS DÍAS DE BÚSQUEDA

Un ingeniero, Carlos Eduardo Huaranga Chayña, de 39 años, soltero y residente en Lima, fue hallado sin vida dentro de una cisterna en una vivienda ubicado en Jr. Cahuide sin número con Venezuela, urbanización semirrural, Cerro colorado, donde días antes se había realizado una fiesta privada. Su madre, entre lágrimas, exige justicia y denuncia la indiferencia de las autoridades en las primeras horas de búsqueda.

La familia llegó a Arequipa el viernes a las 5:45 de la tarde. Planeaban continuar su viaje hacia Puno, pero el ingeniero, de profesión y con una vida estable en la capital, pidió permiso para asistir a una reunión con amigos del colegio. “Me dijo que regresaría al hotel a la 1:00 o, máximo, a las 5:00 de la mañana. Estaba tranquilo, no había nada extraño”, recuerda la madre.

Sin embargo, la madrugada del sábado, los mensajes dejaron de llegar. A las 5:00 a.m., el celular ya no respondía. Desesperados, los padres iniciaron una búsqueda por toda la ciudad. Llamaron a los amigos con los que estuvo esa noche: Arturo contó que se retiró a la 1:00 a.m., cuando el joven “estaba sanísimo”, mientras que Oto, otro compañero, relató que todos estaban mareados y que él “se quedó con una chica”.

La primera visita a la casa donde se realizó la fiesta fue frustrante. “Fuimos con un policía, pero apenas miraron por encima. Los dueños nos dijeron que mi hijo se había ido con una flaca, que no sabían nada más”, narra la madre. Sin pistas y con la angustia creciendo, la familia regresó al hotel, sin imaginar que su hijo seguía dentro de esa misma vivienda.

El domingo, tras una recomendación desesperada de un familiar, decidieron consultar a un vidente. “Nos dijo que él seguía allí, que busquemos bien”, cuenta. Al volver, esta vez con una mayor presencia policial, la hermana del ingeniero notó algo extraño en el baño: una tapa metálica sumamente pesada, que cubría la cisterna. Al levantarla, con ayuda, encontraron el cuerpo boca abajo.

“El peso de esa tapa hace imposible que él haya caído solo. No fue un accidente”, asegura la madre, con voz quebrada. Además, el iPhone de su hijo había desaparecido, impidiendo su rastreo por GPS. La familia denuncia negligencia en la primera intervención policial y pide que el Ministerio Público profundice las investigaciones.

“Mi hijo era un profesional querido, sin enemigos. Solo quería pasar un buen rato con sus amigos. Ahora lo tengo que enterrar sin saber la verdad”, concluye la madre, aferrando una fotografía que tomó durante su último viaje juntos.

El caso se encuentra en investigación por parte de la Policía Nacional y la Fiscalía de Arequipa, mientras la familia clama por justicia y transparencia en un hecho que ha conmocionado a la región.

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